Crítica ética de un genio artístico
En un análisis histórico sobre la figura de Salvador Dalí, George Orwell expresó duras valoraciones hacia la personalidad del artista, mientras reconocía su indiscutible habilidad creativa. El escritor británico, en su ensayo de 1944 titulado “Beneficio del clero”, no solo cuestionó la conducta del pintor español, sino que planteó interrogantes fundamentales sobre la relación entre talento artístico y moralidad humana.
El texto explora si los creadores deben someterse a los mismos criterios éticos que cualquier ciudadano común, o si su genio les otorga inmunidad ante el juicio moral. “Si fuera posible que un libro desprendiera un hedor físico de sus páginas, este lo haría”, fue una de las contundentes frases utilizadas por Orwell para describir la autobiografía de Dalí, que incluye relatos sobre actos de violencia extrema durante su infancia.
Episodios inquietantes en la vida del artista
Entre los sucesos mencionados en el texto original se encuentran acciones como patear a su hermana pequeña “como si hubiera sido una pelota” cuando tenía seis años, o arrojar a un niño desde un puente colgante. Dalí también relata haber pisoteado a una niña “hasta que tuvieron que arrancarla, sangrando, fuera de mi alcance” cuando tenía 29 años. Estos relatos, aunque posiblemente exagerados según el propio Orwell, reflejan una inclinación hacia la crueldad que el ensayista compara más con perfiles de criminales que con artistas reconocidos.
El análisis también destaca la obsesión del pintor por temas como la muerte, la descomposición y los excrementos, junto con una marcada misoginia. Orwell reconoce que algunos de estos relatos podrían ser ficciones destinadas a provocar impacto, similares a las fantasías del Marqués de Sade, pero señala que revelan aspectos de la psique de Dalí que no pueden ignorarse.
El dilema entre arte y moralidad
A pesar de su rechazo a la personalidad y conducta del artista, Orwell reconoce abiertamente el excepcional talento de Dalí como dibujante y su dedicación al trabajo. “Tiene cincuenta veces más talento que la mayoría de quienes criticarían su moral y se burlarían de sus pinturas”, afirma en su reflexión, donde busca un equilibrio entre la valoración estética y el juicio ético.
El escritor británico rechaza la postura de quienes pretenden eliminar obras de arte por considerarlas moralmente cuestionables, advirtiendo que esta actitud “peligrosa” ha sido adoptada por grupos autoritarios que buscan controlar la expresión artística. No obstante, también advierte que excusar la amoralidad de un artista constituye una irresponsabilidad grave.
Un debate vigente sobre el arte y sus creadores
Orwell plantea un escenario hipotético con William Shakespeare para ilustrar su punto: “Si Shakespeare volviera a la tierra mañana, y se descubriera que su pasatiempo favorito era violar niñas en vagones de tren, no le diríamos que lo hiciera con el argumento de que podría escribir otro Rey Lear”. Esta analogía busca establecer límites entre el reconocimiento artístico y la conducta inaceptable.
El debate sobre si el valor artístico puede coexistir con la mala conducta personal sigue siendo vigente, con múltiples ejemplos actuales donde se discute si ignorar o condenar las acciones de creadores con reputación cuestionable. Comentarios posteriores de Jonathan Jones en The Guardian destacan esta complejidad, señalando que Orwell propuso una “posición intermedia” entre el puritanismo moral y la licencia absoluta para artistas.