El Pontífice León XIV reunió en audiencia a los participantes de los Capítulos Generales de los Hermanos Menores Conventuales, la Orden de la Santísima Trinidad y Esclavos, además de representantes de las Terceras Órdenes y agrupaciones laicas. Durante el encuentro, el Papa destacó la sinergia entre los carismas, el compromiso con la Palabra de Dios y la dedicación a quienes enfrentan persecución religiosa.
Un cuadro que simboliza la unidad
El Papa recordó una obra pictórica del ábside de San Juan de Letrán donde el Papa Inocencio III recibe a San Francisco y San Juan de Mata. Esta representación sirvió como metáfora para enfatizar dos valores centrales de la vida religiosa: la apertura al Espíritu Santo y la cooperación con el discernimiento eclesiástico. El Pontífice resaltó que ambas actitudes no son contradictorias, sino complementarias, y representan un modelo para la Iglesia en el cuidado de los carismas.
San Francisco y San Juan de Mata: dos vocaciones complementarias
En la pintura, San Francisco, arrodillado con un libro abierto, simboliza el compromiso radical con el Evangelio tal como lo expresó en su deseo de “vivir la regla del Santo Evangelio sine glossa”. Por otro lado, San Juan de Mata, de pie con la Regla aprobada, encarna el proceso de discernimiento eclesial para hacer viable el carisma. El Papa señaló que esta dualidad sigue siendo un referente para el servicio de la Santa Sede a los carismas en la actualidad.
León XIV destacó cómo estos santos no solo recibieron un camino espiritual, sino también la urgencia de dialogar con el Papa sobre el don del Espíritu para ofrecerlo a la Iglesia. San Francisco presentó al Pontífice la necesidad de seguir a Cristo sin reservas, mientras San Juan de Mata expresó una verdad que luego se convirtió en fundamental, como la idea de “vivir sin nada propio”, sin ocultar nada “en la recámara del bolsillo o del corazón”, según palabras del Papa Francisco en su discurso del 5 de diciembre de 2024.
Trinitarios: apoyo a los perseguidos por su fe
Dirigiéndose específicamente a los Trinitarios, el Papa elogió su enfoque en quienes son perseguidos por su creencia, una vocación arraigada en su tradición. Citando a san Pablo “Perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados”, el Pontífice pidió en español que Dios Trinidad los acompañe en esta misión. Invitó a los religiosos a no olvidar en su oración y labor diaria a los que enfrentan persecución religiosa, destacando que esta tarea corresponde a la parte de Dios según San Agustín, y que define la vocación del libertador del Pueblo (cf. Cuestiones sobre el Heptateuco, lib. II, 15). Animó a mantener esta misión en regiones complejas como la Península Arábica, Oriente Medio, África y el subcontinente indio.
Franciscanos: discernimiento misionero
Para los Hermanos Menores Conventuales, el Papa los alentó a proseguir con sus procesos de discernimiento durante sus Capítulos Generales y Provinciales. Les recordó que sus decisiones deben surgir de la escucha del Espíritu y del hermano, atentos a los signos actuales y a las orientaciones del Magisterio.
Con motivo del octavo centenario del Cántico de las Criaturas, el Pontífice los instó a ser un “recuerdo vivo de la primacía de la alabanza” y reconoció la expansión de la orden en el Extremo Oriente como muestra de vitalidad evangelizadora.
Clausura con la alabanza franciscana
El encuentro concluyó con una oración donde el Papa recitó las alabanzas a Dios Altísimo, el trisagio compuesto por San Francisco de Asís:
“Tú eres santo, Señor, Dios único, que obras maravillas. Tú eres fuerte, Tú eres grande, Tú eres altísimo, Tú eres rey todopoderoso, Tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra” (Fuentes Franciscanas, 261).
Una oración que sintetiza el espíritu evangélico que ambos carismas deben renovar y proteger en la Iglesia contemporánea.