Un incidente en un trayecto ferroviario entre la capital italiana y una de sus principales ciudades industriales ha desatado un intenso debate sobre la actitud colectiva hacia los menores en entornos compartidos. Los hechos ocurrieron el tercer viernes del mes, cuando un progenitor viajaba junto a dos de sus hijos pequeños en un convoy de alta velocidad.
Incidente aparentemente rutinario
Durante el trayecto de tres horas, los infantes permanecieron mayormente tranquilos: uno durmió durante gran parte del recorrido, otro utilizó audífonos para escuchar un clásico de la literatura infantil, y ambos participaron en actividades lúdicas como dibujar y jugar naipes. No obstante, al arribar a la terminal milanesa, un viajero que compartía el espacio reducido expresó su irritación por el contacto accidental entre el pie de un menor y su vestimenta casual.
Reacciones desproporcionadas
El adulto afectado, en tono de queja, describió su experiencia como una prueba de resistencia: “Tuvimos que levantarnos tres veces para permitir sus movimientos, cruzando las piernas cada vez”. Aunque reconoció la conducta generalmente correcta de los menores, criticó la falta de control parental. El padre, en declaración posterior, expresó su desazón ante esta actitud y realizó una reflexión dramática: “Quizás merezcamos la extinción si nuestro umbral de tolerancia es tan bajo”.
Diagnóstico profesional
“Ambas cosas son ciertas, y lamentablemente se crea una sinergia disfuncional entre ellas”
El análisis del especialista en salud mental Michele Facci apunta a una doble crisis: por un lado, la soledad creciente de los progenitores y la escasa atención social hacia la infancia; por otro, el decreciente nivel de aceptación de los comportamientos infantiles en espacios colectivos.
Nuevas generaciones, viejos problemas
El terapeuta destaca que los menores actuales no son inherentemente peores, pero enfrentan desafíos distintos: “Están hiperestimulados desde pequeños, sin mediación adecuada, lo que afecta su capacidad para manejar frustraciones”. Además, señala que la sociedad actual prioriza el bienestar individual por encima de la convivencia intergeneracional.
Soluciones necesarias
“No demonicen la tecnología, pero nunca ignoren dar buen ejemplo”
Entre las propuestas para revertir esta situación, Facci enfatiza la importancia de la formación parental: “Deben aprender técnicas de empatía y establecer autoridad”. También aboga por políticas públicas que apoyen a las familias y reduzcan la dependencia de dispositivos electrónicos en la crianza.