Un problema que crece sin control
La extorsión se ha convertido en un fenómeno alarmante en México. Pese a que oficialmente se reportan más de 10 mil casos al año, expertos señalan que la cifra real podría ser mucho mayor, ya que solo 3 de cada 100 delitos de este tipo se denuncian ante las autoridades.
Denuncias que apenas rozan la superficie
De acuerdo con datos del Inegi, en 2024 se registraron 28 denuncias diarias por extorsión, mientras que en lo que va de 2025, ya suman 2 mil 792, lo que representa un promedio de 30 por día. Sin embargo, esto no refleja la magnitud real del problema. Si se toma en cuenta que menos del 3% de los casos se reportan, se estima que más de 93 mil personas hayan sido víctimas de extorsión en el primer trimestre de este año.
Formas de extorsión y falta de acciones concretas
El cobro de piso, la extorsión digital, empresarial y la telefónica son algunas de las modalidades más comunes. Aunque la presidenta ha reconocido la gravedad del problema, no se han presentado reformas legales que permitan perseguir este delito de oficio, sin necesidad de que las víctimas lo denuncien.
La necesidad de reformas y voluntad política
Max Morales, especialista en seguridad, señaló que es fundamental que exista voluntad política para combatir la extorsión, ya que “los italianos dicen que no puede haber delincuencia organizada sin protección oficial”. Además, se requiere modificar las leyes para facilitar el proceso de denuncia y garantizar que las víctimas puedan reportar sin miedo.
Desafíos en la investigación y combate
Una de las principales preocupaciones es la impunidad que prevalece en el 97% de los casos. Expertos coinciden en que urge crear una fiscalía especializada para combatir este delito con la misma fuerza que se utiliza contra el secuestro. Se propone la creación de unidades especiales encargadas de investigar el cobro de piso de forma independiente y con mayor eficacia.
El miedo paraliza a las víctimas
La extorsión no solo afecta económicamente a las personas, sino que también las somete a un constante estado de temor. Como lo explica David Saucedo, experto en seguridad, “cuando es asesinado un taxista, un carnicero, ese ya es un poderoso disuasivo que inhibe la denuncia”. Esta situación deja a las víctimas aisladas, sin apoyo y sin una respuesta efectiva del Estado.