En el estadio Allianz de Múnich, el París Saint-Germain logró una victoria sin precedentes sobre el Inter de Milán por 5-0 en la final de la Liga de Campeones, otorgando a su entrenador, Luis Enrique, un lugar en la élite del fútbol europeo al conseguir su segundo triplete como entrenador, igualando así a Pep Guardiola.
Consagración histórica para el club parisino
Este triunfo marcó el primer título de Champions League para un club que, desde su resurgimiento hace quince años impulsado por capital qatarí, había perseguido intensamente este logro. A pesar de contar en sus filas con estrellas mundiales como Lionel Messi, Neymar y Kylian Mbappé, el campeonato europeo se les había negado sistemáticamente, incluyendo la final perdida de 2020 frente al Bayern de Múnich.
Revolución táctica en el equipo
El punto de inflexión llegó con el técnico asturiano, quien asumió el reto cuando el equipo atravesaba dificultades en la fase de grupos. Su paso a la fase eliminatoria se dio en enero, tras jugar la repesca de los dieciseisavos de final, algo que no fue necesario para el Inter. Desde entonces, el PSG se transformó en una máquina eficaz: Ousmane Dembelé brilló como figura, Khvicha Kvaratskhelia fue decisivo y Warren Zaïre-Emery se consolidó en el once titular. Sin depender de Mbappé, el equipo alemán de París asustó a rivales como Liverpool, Aston Villa y Arsenal, llegando a ser favorito para el título.
Legado en la historia del fútbol
Con esta victoria, Luis Enrique alcanzó un hito exclusivo: dos tripletes con equipos diferentes. El primero lo logró en 2015 con el Barcelona al vencer a la Juventus en la final, y ahora el segundo con el PSG, haciendo historia también como primer club francés en conseguirlo. Pep Guardiola, único otro entrenador en lograr doble triplete (con Barcelona en 2009 y Manchester City en 2023), tiene ahora un digno compañero en el panteón del fútbol mundial.
Un logro tranquilo y contundente
La tranquilidad del entrenador español contrastó con la contundencia del resultado. Mientras el PSG dominó de principio a fin en el Allianz Arena, Luis Enrique fue testigo de excepción de su propio ascenso a la inmortalidad del fútbol. Su nombre ahora se escribe en mayúsculas en la historia del PSG, del fútbol francés y del balompié europeo, compartiendo el honor de los dos tripletes con el mítico entrenador catalán.