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El vestido de novia de Leticia Fernández de Villavicencio: 8 tejidos y 64 flores artesanales para su enlace con Piergiacomo Agostini

La unión matrimonial entre Leticia Fernández de Villavicencio y Piergiacomo Agostini, hijo del reconocido piloto Giacomo Agostini, tuvo lugar en la iglesia de San Miguel en Jerez, con una ceremonia religiosa celebrada por el sacerdote que ofició la boda de los progenitores del novio. El evento se desarrolló este fin de semana al mediodía, seguido de un festejo en la finca La Ramoncita, propiedad de la familia Agostini.

Una boda con planificación internacional

Los recién casados, residentes en Bérgamo, decidieron celebrar su enlace en territorio español. Para la organización del evento, contaron con los servicios de Marisa Sarget, experta en coordinación de bodas de alto perfil. La elección del vestido también reflejó este enfoque patriótico, ya que deseaban que fuera de fabricación española.

El proceso creativo del vestido

Leticia Fernández de Villavicencio, profesional en gestión de marca y redes sociales, seleccionó a Tamara Vázquez, creadora de la firma Romancera, para confeccionar su traje nupcial. La diseñadora destacó la confianza brindada por la novia, indicando que “Ha sido un proceso en el que me he sentido muy parte de su familia. Ha habido muchísimo cariño. Desde el primer momento se puso en mis manos”.

Detalles florales y combinaciones textiles

El elemento central del vestido surgió de la fascinación de la novia por las flores. Tras varias reuniones, se estableció un arreglo confeccionado con 64 pétalos artesanales, cada uno diferente, fabricados a partir de las telas que conformarían el vestido. “Una vez que tengo ese primer encuentro con ella, tratamos de ir buceando e investigando en su mezcla de estilo. En ese momento todo me lleva a un lugar común, las flores, y todo el vestido, toda mi propuesta, se vertebra desde ahí”, explicó Tamara Vázquez.

La confección del vestido

El diseño incorporó ocho tejidos distintos, aplicados mediante técnicas de plisado variadas. El escote fue elaborado con plisado desflecado y muselina ondulada, mientras que el cuerpo presentaba bambula plisada con efecto cristalino. La cintura mostraba el mismo material, pero con un acabado arrugado diferente. La falda, en crepé satén de seda con capas internas de muselina y bambula, ofrecía una caída suave y dinámica gracias a ocho godets con múltiples capas de tejidos.

Complementos y estilismo final

El atuendo incluyó dos medias capas de muselina de seda en los hombros y una cola triple desmontable fabricada en organza, bambula y muselina. El velo, realizado en seda natural tejida a mano, se combinaba con un moño elegante que enmarcaba un recogido bajo y un maquillaje natural. El ramo, compuesto por peonías rosadas y hortensias blancas con detalles silvestres, equilibraba lo clásico y lo natural en una composición fresca y sofisticada.

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